El abeto Douglas es uno de los árboles perennes más comunes en nuestra región. Crece rápidamente y tolera diversos tipos de suelo. Es un buen árbol para plantar en grupos como cortavientos o en los límites de zonas boscosas, ya que necesita mucho espacio.
La corteza es fina, lisa y gris en los árboles jóvenes, y gruesa y corchosa en los árboles más viejos. Las hojas, aciculares, están dispuestas en espiral y miden entre 2 y 3.5 cm de largo, y un brote en la punta de la mayoría de las ramas lo distingue de otras plantas perennes. El follaje del abeto Douglas desprende un perceptible aroma dulce, afrutado y resinoso, sobre todo si se tritura. Los conos, de 2 a 4 cm de largo, son verdes en primavera y maduran a un color marrón anaranjado en otoño, 6 o 7 meses después. Los conos masculinos dispersan polen amarillo en primavera.
Muchas especies de fauna silvestre dependen del abeto Douglas para alimentarse durante el invierno. Ratones, topillos, musarañas, ardillas listadas, jilgueros, gorriones cantores, gorriones coronidorados, gorriones coroniblancos, piquituertos rojos, juncos ojioscuros y pinzones purpúreos se alimentan de sus abundantes semillas. El venado de cola negra y el alce consumen las semillas a finales del invierno, cuando escasean otros forrajes. La ardilla de Douglas recolecta y almacena grandes cantidades de piñas de abeto Douglas para su posterior uso, y también se alimenta de piñas de polen maduras, la corteza interna, los brotes terminales y las agujas tiernas.
Curiosidades: El abeto de Douglas (Pseudotsuga menziesii) no es un abeto verdadero ni una cicuta (de ahí su nombre en latín, *Pseudo*tsuga). Pertenece a un género completamente distinto. Es también el segundo árbol perenne más alto del mundo, después de la secuoya roja. Árboles de entre 200 y 250 metros de altura y entre 5 y 6 metros de diámetro son comunes en bosques primarios, y los primeros leñadores informaron de alturas de entre 300 y 400 metros. Habitualmente vive más de 500 años y, en ocasiones, más de 1,000.